Cuando era chaval algunos domingos de invierno íbamos en familia a Ferrol a pasar la tarde. Mi padre conducía el seiscientos, mi madre al lado con los dos más pequeños en el regazo y en la parte de atrás los cinco restantes. Los tres mayores de los diez que éramos se quedaban en tierra, supongo que veían mejor plan el pasar la tarde con sus amigos.
A la ida, al cruzar el puente del Pedrido y si coincidía con la marea baja, veíamos unas ovejas sobre un banco de arena. El rebaño, de poco más de una docena, pacía en un islote verde en la desembocadura del río Mandeo, el que forma la ría de Betanzos.
Ya de regreso, y si la marea ya había subido bastante, podíamos ver que el islote se había reducido a la mínima parte. Las ovejas se mantenían en seco en la poca tierra firme que aún no había cubierto la marea.
Y si la vuelta coincidía con una pleamar, la marea se tragaba al islote y alguna vez vimos a pastor, ovejas y perro embarcados en un bote.
En Valladolid asistí recientemente a un foro de ovino donde una ponencia hablaba sobre el valor nutritivo de las algas para la alimentación de las ovejas. Y como ejemplo North Ronaldsay, la isla más septentrional del archipiélago de las Orcadas (Escocia), donde las algas son el único forraje que alimentaba a las ovejas.
El motivo está en que a partir de 1832 los habitantes de estas islas quisieron dedicar la tierra al cultivo agrícola. Por eso, confinaron a las ovejas a la zona de costa y construyeron una valla para separarlas de las tierras cultivadas. A las pobres ovejas no les quedó entonces más alimento que las algas. Pero las ovejas contaban con una ventaja y es que ya estaban más que acostumbradas a esta dieta. Durante los duros meses de invierno, y ya antes de colocar la valla, tampoco tenían otra cosa para comer.
Una luz encendió entonces mi memoria que voló a mi infancia y me recordó a las ovejas del Pedrido y la duda de mi padre: ¿serían algas y no hierba lo que pacían aquellas ovejas? Hay casos descritos en conejos y en vacas sobre el consumo de algas, pero no como único forraje y más bien de forma ocasional.
Como curiosidad os diré que el vertebrado terrestre que se alimenta en exclusividad de algas como las ovejas de las Orcadas es la salvaje iguana. Aunque en este caso solo las hembras y sus crías. Los machos adultos de iguana, de mayor envergadura, son capaces de nadar mar adentro para capturar peces, moluscos o crustáceos. Sin embargo, a las hembras y sus crías no les queda otra que pacer en las rocas cuando baja la marea y quedan las algas al descubierto. Para poder eliminar el exceso de sodio, poseen una glándula cercana a la nariz por donde excretan sal concentrada en forma de cristales.
Volviendo a la charla origen de esta entrada, también hablaron del uso de algas como fuente proteica en las raciones para alimentar ovejas. Además aportan otros nutrientes como fibra y azúcares. Serían una alternativa a las proteaginosas, las harinas de soja y de colza (las tenemos que importar y además resultan muy caras). Al ser sustituidas de forma parcial el aporte de sal no es tan grande y no daría problemas de exceso de sodio.
Para que os sirva de referencia, la harina de soja tiene un cuarenta y cinco por ciento de proteína bruta y un treinta la de colza. Las algas rojas pueden llegar a un cuarenta por ciento de proteína bruta, un veinte por ciento las verdes y un diez por ciento las pardas.
Y aquí abro un espacio para contaros algo acerca del producto que más vendemos en mi compañía. Se trata también de un alga, Lithothamnion glaciale, y su nombre latino viene a significar algo así como “pequeño árbol de piedra del océano glaciar ártico”. Los depósitos de carbonato cálcico de las algas se extraen (con licencia) de un fiordo al norte de Islandia. Importante: No se extraen algas vivas sino los esqueletos. El producto tiene sello ecológico y la extracción se hace en cuadrícula para no sobreexplotar el recurso. Se recolecta de manera sostenible e incluso se resiembra tras la extracción por si se hubiese dañado la parte viva.
Pero ¿para qué sirve esta alga? La respuesta está en la estructura esponjosa que vemos a simple vista pero que se repite si lo viésemos al microscopio. Esta estructura, con una amplia superficie de ataque, favorece la solubilización del calcio y magnesio en el aparato digestivo. Así ejercen un papel de buffer y alcalinizante respectivamente ante posibles problemas de acidosis en el rumen, estómago e intestino de los animales. Además, el hecho de ser más solubles hace que se absorba mejor y sea más eficaz que las fuentes convencionales de calcio y magnesio.
Y después de este intermedio, seguimos con el relato. En Galicia se usan desde antiguo y masivamente las algas como fertilizante para los cultivos agrarios. Se recogían de las playas próximas y con ellas se abonaban los campos. En los arenales de Traba cerca de Laxe (A Coruña) se cultivan desde siempre unas patatas buenísimas con este singular abono. Los percebes se cuecen con estas patatas y es un manjar que os recomiendo probar.
Hoy ya hay empresas dedicadas a aprovechar las posibilidades de las algas que las enlatan o secan para alimentación humana. También se extraen componentes de las algas para utilizar como espesantes, combustibles, cosméticos, medicamentos o aditivos. ¡Ah! y ya se ha conseguido un producto derivado de una alga roja que disminuye la producción de metano en rumiantes.
Algunas de las posibles aplicaciones de las algas ya aparecen descritas en la novela de Julio Verne “Veinte mil leguas de viaje submarino”, un libro muy entretenido que os recomiendo leer. Y de paso ya podeis sorprenderos con las originales aplicaciones que sugiere para estas “plantas marinas”, que es como el novelista se refiere a menudo a las algas.
El capitán Nemo se consideraba maltratado por la humanidad y había renunciado a cualquier contacto con tierra. Todo lo que se consumía a bordo del Nautilus obligatoriamente se debía extraer del mar. Hasta el dinero con el que financiaba las revoluciones en distintas partes del mundo procedía del mar, del supuesto tesoro de Rande. En la novela menciona que comen Porphyra laciniata o alga nori, la misma con la que se envuelven los rollitos de sushi. Y también utilizaban como condimento la Laurentia pinnatifida, conocida como dulce pimienta por su regusto picante.
No faltan los postres y los cocineros del Nautilus preparaban una crema azucarada hecha de “los grandes fucos” o kelp de azúcar Saccharina latissima. Nemo y sus invitados bebían un licor obtenido al fermentar los azúcares del alga roja Rodymenia palmeada, como también hacen los habitantes de Kamchatka. En las sobremesa acababan fumando puros de algas que contienen nicotina. Aunque aquí parece que Verne se tira un farol porque por ahora ese producto en las algas está por descubrir.
Además de alimentos, en el Nautilus también fabricaban perfumes destilando estas plantas marinas. El papel que utiliza para escribir Aronnax y el relleno de los colchones donde duerme la tripulación están hechos de Zostera, una planta marina. La zostera es un cereal marino y no un alga que produce un grano similar al arroz que ya consumían algunas tribus de indios de California.
Evolutivamente todas las plantas terrestres salieron del mar y se fueron adaptando poco a poco a la superficie. La zostera, como su pariente mediterránea la posidonia, emprendieron también el viaje de vuelta al mar (parece que no les gustó la aventura terrestre). Hicieron como Nemo que juró no volver a pisar la tierra que tanto lo había herido, ni consumir ninguno de sus productos para él corrompidos.
Y ya para acabar este relato quiero citar al innovador cocinero Ángel León, el chef del Mar. En su restaurante A Poniente del Puerto de Santa María utiliza productos del mar poco habituales. Uno de ellos son los granos de la zostera, el cereal del mar. Definitivamente quiero ir allí un día a saborear el arroz de zostera y disfrutar de sus fantasias culinarias.
Excelente articulo de Anton, que compatibiliza perfectamente sus profundos conocimientos científicos, con su curiosa, apasionada y permanente observación de la realidad y el explicarlos de manera sencilla y efectiva para profanos. No se puede pedir más. Enhorabuena
pero …. algún problema tendrán las algas cuando algunas zonas del Caribe no saben qué hacer con ellas y aquí mismo no me suena que se estén utilizando ahora mismo… Y siempre pensé que tenían que ser súper útiles
Como siempre Anton: de diez.
Un orgullo para la profesión.
Interesante y divertido artículo, enhorabuena.
Estupendo!, combinando pasado, futuro y ciencia ficción.
Haces sentir nostalgia del pasado y curiosidad por el futuro. Y todo tiene su razón de ser….Felicidades