Peces con misterio

Lo confieso, me gusta mucho leer. Novela y a poder ser novela negra. Los autores gallegos son referente actual de esto tipo de novela y yo me las leo todas…o casi. Sin embargo, ha caído en mis manos un libro que, aunque no es una novela negra sí que entraña mucho misterio. El libro se titula “El evangelio de las anguilas” y su autor es Patrick Svensson.

No quiero desgranaros el libro sino más bien recomendaros su lectura aunque no os interesen las anguilas, estoy segura que os va a sorprender. Este libro va más allá de la biología marina o la zoología. Estoy disfrutando mucho con su lectura y me va a servir de introducción para contaros como hay otros peces que conocemos y comemos que también guardan misterios acerca de su modo de vida, de cómo crecen, donde se reproducen o la edad que tienen. Hoy la entrada va sobre peces con misterio.

Además de la misteriosa anguila tenemos otros ejemplos, algunos más familiares para mí, como pueden ser el congrio o la merluza que guardan secretos sin desvelar. Así que hoy he elegido al congrio para contaros que nos esconde.

Los congrios tienen un nombre científico bastante fácil, Conger conger. Y creo que aquí acaba lo fácil en este animal. Supongo que lo conocéis, pero por si acaso aquí tenéis una imagen:

Es un pez solitario y vigoroso, con forma cilíndrica y alargada, lo que le da aspecto de serpiente de mar. De color gris oscuro y sin escamas. De sus gustos se sabe que prefiere la oscuridad y permanecer escondido en cuevas o escondrijos de los que sale para cazar o también pueden permanecer al acecho de posibles presas que pasen despistadas por “su puerta” y darles caza. Aunque se distribuye por todo el Atlántico norte hasta Noruega, prefieren las aguas templadas. Es voraz, carroñero y se alimenta de peces, moluscos, crustáceos…todo lo que le pase por delante. Su comida favorita, los pulpos y calamares.

Un dato curioso es que a veces comparten su cueva-refugio con un bogavante. Conviven en armonía porque ambos tienen beneficios, y es que el bogavante le mantiene limpia la “casa” y a cambio se alimenta de los restos de la comida que caza el congrio.

Esta especie es de interés para los pescadores deportivos, tanto para los buceadores como para los pescadores de caña porque son muy escurridizos, fuertes y resistentes.

Con sexos separados, las hembras crecen mucho más que los machos y pueden llegar a medir ¡3 metros! Sin embargo, no hay registros de machos que alcancen el metro. Aquí empiezan los misterios y es que esa diferencia de tamaño podría estar relacionada con su estrategia para reproducirse. Se cree que cuando los machos maduran realizan una puesta cada año, mientras que las hembras al madurar liberarían millones de huevos en una única puesta. Después, exhaustas, mueren. Es decir, las hembras de congrio se reproducirían una única vez en su vida. Pero esto no ha sido observado nunca ni hay registros de hembras en puesta observadas en la naturaleza. Tampoco se han identificado huevos fecundados de congrio en el mar.

Lo que si se ha visto es que los congrios que viven en acuarios cuando alcanzan un tamaño considerable les empieza a hinchar el abdomen y acaban muriendo porque no pueden expulsar los huevos. Esto parece apoyar la idea de que las hembras necesitan un aumento de presión exterior para poder liberar sus huevos y por eso en libertad se desplazarían a mayores profundidades (se piensa que podrían descender a más de 1000 metros).

Otro asunto sin resolver es donde se reproducen. La idea más aceptada es que existe una zona de puesta alrededor de las Islas Azores para los que viven en el Atlántico norte. Los congrios para reproducirse se dirigirían hacia allí, igual que las anguilas lo hacen en su famosa migración al mar de los Sargazos. Pero lo cierto es que tampoco hay pruebas que demuestren que ocurre esta” migración reproductiva”.

Cuando los huevos de congrio eclosionan aparecen las larvas leptocefalas en alta mar que deben sufrir una metamorfosis posterior para “convertirse” en congrios. Estas larvas son transparentes, con forma de hoja alargada y se mueven libremente movidas por las corrientes del océano alimentándose del plancton. Pueden permanecer más de un año como larvas leptocefalas y cuando se van aproximando a la costa comienzan a sufrir la metamorfosis gracias a la que acaban adquiriendo el aspecto de un congrio juvenil que con el tiempo irá creciendo y madurando para pasar a formar parte de los reproductores de las nuevas generaciones de congrios. Así el ciclo vuelve a comenzar…

Como os he contado, todo este periplo vital todavía tiene algunas incógnitas que necesitan ser esclarecidas, en ello estamos. Desde nuestro equipo recogemos toda la información que podemos para intentar desvelar algunos de los secretos que todavía ocultan los congrios. No es sencillo, pero hay que intentarlo.

¡Hasta la próxima entrada marina!

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