Hola, Carbonian@s,
La semana pasada estuve en dos congresos. A principio de la semana pude visitar, por primeva vez, el Mobile World Congress Barcelona, un congreso de carácter anual en torno al mundo de la comunicación móvil que este año reunió a 101.000 visitantes. Allí pude visitar algún estand de empresas, sobre todo startups (empresas tecnológicas), así como un área dedicada al talento digital (principalmente alumnado universitario) con posibilidad de asistir a ponencias y participar en otras actividades (hackathon).
Por otro lado, el domingo participé de forma algo más activa (como presentador y moderador de una sesión) en el Congreso Europeo de Radiología en Viena, uno de los principales eventos en radiología a nivel internacional, dónde hubo algo más de 18,600 participantes (algo más modesto que el anterior pero nada que envidiar con esa cifra de asistentes). Curiosamente hace unos años se hablaba de si la inteligencia artificial (IA) sustituiría a los radiólogos y en ahora el congreso incluye un teatro de IA dónde se hablaba de el futuro de la profesión con el soporte de esta tecnología. Bueno, ya tocaremos este tema otro día.
Dentro de la investigación, la asistencia a congresos siempre es importante para estar al día con la comunidad investigadora internacional y expandir la red de contactos actuales (o reforzar la existente). Sin embargo, creo que a veces se menosprecia una parte muy importante de estos congresos, como son las empresas que tienen un stand propio.
Hablamos siempre de la financiación pública. De las becas, ayudas y proyectos que vienen de fuentes gubernamentales (comunidad autónoma, gobierno central, Unión Europea). Nos quejamos del poco que dinero se invierte, pero muchas veces olvidamos que la investigación básica que se realiza en las universidades y centros de investigación no llega a la sociedad en la mayoría de los casos hasta que se transfiere a una empresa (tiene sentido, es su negocio) y ésta la hace llegar al usuario final.
Volviendo a la financiación pública, en el gráfico de arriba vemos la evolución en el tiempo del porcentaje (%) del Producto Interior Bruto (PIB) que algunos países invierten en Investigación y Desarrollo. Los españoles siempre nos hemos querido comparar con grandes potencias europeas como Francia, Reino Unido, Alemania, pero en lo relativo a la inversión en investigación no salimos bien parados. En 2022, se invirtió 1.44% del PIB en investigación y desarrollo, muy por debajo de la media de más de 2% de los países europeos. Bueno, al parecer hay voluntad del gobierno central de llegar al 2,12% en el 2027 (Fuente: COTEC). El tiempo dirá.
Viendo ahora la gráfica de debajo, lo que si es cierto que la investigación e innovación a nivel europeo está impulsada mayoritariamente por el sector industrial (60% del total). Muchas relaciones comerciales y de transferencia tecnológica ocurren durante grandes congresos como los que he mencionado anteriormente, o a partir de investigación realizada dentro de la propia empresa.
Así que como dicen mis padres, «Es de bien nacidos ser agradecidos«. Mucha de la investigación actual esta apoyada por diversos organismos (públicos, privados), que nos ayudan a prosperar como sociedad. Gracias a las ayudas públicas (aunque muchas veces escasas) por esos impulsos para investigar y al sector privado por acabar de rematar la faena y acercarla a la sociedad (en la mayoría de los casos).
Siempre el dinero invertido en investigación es poco. Aún hay mucho que descubrir y muchísimos problemas que resolver con la ciencia. Habrá que optimizarlo y ver como podemos generar nuevo conocimiento con lo que tenemos.
Hasta aquí mi reflexión sobre este tema. ¡Hasta la próxima carbonoticia!