La amistad de los peces

La amistad es una relación muy valorada entre los humanos ¿verdad? Los amigos nos apoyan en los malos momentos y están a nuestro lado cuando los necesitamos. En definitiva, nos hacen sentir seguros. Pero ¿pueden los peces formar lazos sociales y de amistad similares a los que establecen los seres humanos y otros mamíferos? En resumen, ¿existe la amistad entre peces de una misma especie? Esta es la pregunta a la que me gustaría responderos hoy. Claro que si le dedico esta entrada podréis deducir que efectivamente los peces conocen la amistad. El asunto es ¿Cómo se demuestra?

Una vez más, el ingenio de los investigadores queda más que probado en el diseño de un experimento con el que demostraron que existe esta relación también en peces. Os preguntareis como lo hicieron y que especie eligieron. Bien, he leído un artículo (https://www.nature.com/articles/srep44329) en el que un grupo de genetistas utilizando el pez cebra querían identificar los mecanismos que demostrasen el apoyo social del grupo. Observaron que el miedo de los peces cebra se reduce si están en contacto con el grupo. También vieron que el apoyo social en estas situaciones no depende del número de peces que lo acompañan (deben aplicar lo de “vale más calidad que cantidad”).

¿Por qué el pez cebra? El pez cebra (Danio rerio) es un pequeño pez de agua dulce que alcanza como máximo los cinco centímetros de longitud en su etapa adulta. Es una especie del Sudeste Asiático muy resistente y fácil de conseguir. Este pequeño pez posee características que lo hacen muy interesante para la investigación: Durante parte de su desarrollo son transparentes (permiten así el estudio de sus órganos y funciones de manera visual y no invasiva); poseen gran similitud genética con los humanos (comparte un 80% de nuestro genoma); son capaces de regenerar las aletas, el corazón, la médula espinal, la retina o el hígado dañados o extirpados; sus órganos se forman en solo 24 horas y a los pocos días de nacer ya se puede alimentar de presas vivas (rapidez de desarrollo). Estos son algunos de los motivos por lo que desde hace más de treinta años el pez cebra está presente en laboratorios de investigación de todo el mundo.

Estos científicos aprovecharon para el experimento dos características más de estos animales: viven en grupos estructurados y conocían la respuesta a los estímulos que provocan miedo a estos peces. Observaron y analizaron así la respuesta al miedo de un pez cebra con y sin al apoyo social que le proporcionaban sus compañeros. El apoyo lo recibían mediante dos tipos de señales: olfativas o visuales.

Después de un periodo de aclimatación comenzó el experimento. Durante el tiempo que duró registraron las reacciones del animal en todo momento. Para el experimento diseñaron un tanque (lo podéis ver en la imagen de abajo) en el que en una pecera colocaban al pez solitario (test tank). En otra pecera (demo tank) ponían o quitaban al grupo de peces cebra (estímulo visual). Para medir el estímulo olfativo ponían o no agua que procedía del tanque en el que estaba el grupo de peces cebra. Con una jeringa administraban en el test tank el agua y la sustancia de alarma que provocaba el miedo.

Fuente: Faustino, A. I. et al. Mechanisms of social buffering of fear in zebrafish. Sci. Rep. 7,
44329; doi: 10.1038/srep44329 (2017).

Llegaron a la conclusión de que el individuo disminuía su respuesta al miedo en presencia de señales olfativas y visuales del grupo de peces cebra. También demostraron que frente al miedo el ver a los compañeros era más efectivo que su olor. Además, aumentar el número de peces cebra en el grupo de apoyo no mejoraba la respuesta al miedo.

Para acabar, sugieren que este comportamiento puede compartir un origen evolutivo común con todos los vertebrados y que el apoyo social en una situación amenazante es un proceso que se conserva también entre los peces.

¿Qué os parece? Si queréis saber más sobre este estudio tenéis el enlace al artículo en el segundo párrafo. Y no olvidéis algo que saben hasta los peces: “Quien tiene un amigo tiene un tesoro”.

Esta entrada va dedicada a mis tres amigas especiales: Isa, Montse y Mar. Gracias por todo.

¡Hasta la próxima entrada marina!

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