En otras ocasiones, hemos comentado que nuestro organismo es muy caprichoso y reacciona de distintas maneras a diferentes estímulos externos. Hoy volvemos a tratar el tema de la columna vertebral y, en esta ocasión, veremos cómo reacciona a las fuerzas de compresión (las de apretar), de distensión (las de estirar) y de cizalla (transversales). Poneos cómodos para leer esta entrada pero cuidando la postura de vuestra espalda. Comenzamos.
Cuando nos agachamos a tomar del suelo una caja y la levantamos, estamos forzando nuestra columna de una forma que nunca imaginaríamos. Por ello, es fundamental que conozcamos cómo cuidar nuestra espalda y cómo cargar pesos de forma adecuada.
Así, las consecuencias de realizar esfuerzos y cargar pesos de una forma inadecuada pueden, con el tiempo, terminar por forzar a nuestro médico de confianza a tomar la decisión de operar para arreglar nuestra columna, si no hemos tenido cuidado con nuestra postura.
Entonces, ¿qué sucede realmente en nuestra columna cuando forzamos las curvaturas normales de la espalda?
La consecuencia más directa es que el disco blandito que está entre las vértebras sufre deformaciones. Imagina un globo que hemos llenado con un poco de agua y lo anudamos. Si apretamos con nuestro puño sobre el globo, habrá partes del mismo que sobresaldrán entre nuestros dedos. Ahí lo tenemos. Eso es aproximadamente lo que pasa en nuestros discos intervertebrales cuando nos agachamos, cargamos peso, estiramos la espalda hacia atrás… Hasta ahora vemos que el disco parece que se adapta a esos movimientos, como el globo en nuestro puño pero… Siempre hay un pero, y es que, en ocasiones, llega un punto en que el disco puede comenzar a buscar huecos imposibles para amortiguar esas fuerzas de compresión y termina provocando una hernia de disco.
Antes de continuar, detengámonos un momento a diferenciar dos tipos de hernias. Uno de esos tipos se llama nódulo de Schmörl y es un tipo de hernia (o abultamiento del disco intervertebral) que puede afectar a la vértebra que está justo por encima del disco, a la vértebra que está justo debajo del disco o tanto a la vértebra superior como a la inferior. La particularidad es que, en este caso, el disco intervertebral no rebasa el límite del contorno de la vértebra.
En el caso de la hernia discal típica vemos un surco, de modo que el disco intervertebral busca un camino por el que salir y que atraviesa todo el cuerpo de la vértebra y, finalmente, puede llegar a abultarse hacia el canal posterior, por el que desciende la médula espinal desde el cerebelo.
En las imágenes podemos ver ejemplos de nódulos de Schmörl y hernias discales tanto sobre hueso seco como en un TAC en un individuo vivo. En el primer caso se ven oquedades (que no necesariamente llegan a ser agujeros) y en el caso de la hernia discal típica vemos un surco, de modo que el disco intervertebral busca un camino por el que salir que atraviesa todo el cuerpo de la vértebra y, finalmente, puede llegar a salir al canal medular.
Y estas son algunas de las formas en que nuestra columna se adapta a nuestras, a veces descuidadas, maneras de sentarnos en la silla, en el sofá, cargar peso…
Así que este verano, además de tomar el sol con la protección solar adecuada a nuestro tipo de piel, cuidemos la forma en que nos sentamos en nuestra toalla de playa a disfrutar del paisaje o leer.
¡Que el pensamiento crítico os acompañe, también en verano, carbonian@s!