¿Luces navideñas “Ecos”?

¡Hola amigos carbonianos!

Ahora que llegan las navidades se plantea el problema que supone el gasto para los ciudadanos de las preciosas luces navideñas.

Pues bien, la solución podría estar cerca para poder seguir disfrutando de ellas; pero a un coste mínimo y sin los perjuicios que se derivan del calor emitido por estas luces.

Los investigadores están estudiando aprovechar los mecanismos que hay detrás de la producción de luz en animales como son las luciérnagas.

Luciérnagas

Este mecanismo se llama bioluminiscencia  (del griego bios que significa vivo y del latín lumen que significa luz). Se produce por una reacción química en la que la luciferina en presencia de oxígeno y con la enzima luciferasa; generan energía en forma de fotones (luz) sin producir calor, lo que hace que sea eficiente en términos de energía.

Además de las luciérnagas, existen gran cantidad de especies que emiten bioluminiscencia. Entre ellos hay, desde animales como moluscos y orugas, varias especies de hongos, especies de peces como los tiburones o aquellos que viven en zonas abisales, a invertebrados marinos como medusas y microrganismos.

En la naturaleza, la bioluminiscencia tiene distintas funciones; por ejemplo, ciertos organismos la emplean como un medio de comunicación para atraer a sus presas o defenderse ante depredadores como es el caso del rape. Otros como el calamar, la utilizan como camuflaje. Las luciérnagas lo emplean como medio de cortejo; o como el pez dragón, que lo utilizan para iluminación en las profundidades marinas.

Todas estas capacidades de iluminación interesan a los científicos por su eficiencia y por ser luz “fría”, al no emitir calor. Estos mecanismos que han evolucionado durante millones de años se comenzaron a entender en el siglo XVII, cuando Robert Boyle emprendió los primeros intentos documentados de descifrar la «luz viviente». Descubrió que los hongos bioluminiscentes dejaban de producir luz cuando eran introducidos en un recipiente sin oxígeno.

A día de hoy son numerosas las aplicaciones que se aprovechan de esta tecnología de la naturaleza.

En el caso de la industria alimentaria, el uso de la bioluminicencencia se está implementando como medida de control para verificar la eficacia de los programas de limpieza y desinfección en superficies. 

En biología, se emplea para iluminar células, tejidos u organismos vivos con diversos fines como seguir el proceso de una infección bacteriana, monitorear el crecimiento de un tumor y su metástasis in vivo o evaluar la eficacia de un trasplante. Sobre esta aplicación os hablare otro día, para contaros como en el laboratorio metemos células con luciferina a los ratones para ver si los tratamientos antitumorales funcionan.

Bioluminicencia in vivo para el seguimiento del crecimiento tumoral en ratones.

Y en iluminación se están empleando bacterias Vibrio fischeri y las algas Pyrocystus fusiformis para producir dispositivos de iluminación ambiental y señalización. 

Esta última aplicación resulta muy interesante no solo para que en la época navideña podamos poner luces o decorar árboles de Navidad de forma eficiente sino para que el resto del año tanto en calles como en carreteras se pueda aplicar este tipo de iluminación reduciendo así el gasto energético y el impacto ambiental que se produce por el calor que emiten normalmente las luces.

Así que como conclusión, solo me queda deciros que con estudios como estos en los que se busca aprovechar la utilidad de la bioluminiscencia, la ciencia nos ayuda a ser más sostenibles y respetuosos con el medio ambiente.

Feliz navidad amig@s!

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