Para comprender la relación entre la Ecología humana y la Paleopatología debemos tener en cuenta que los factores físicos y biológicos de nuestro entorno, los condicionantes ambientales, tienen una gran influencia sobre nuestro cuerpo. Es por ello que debemos tener presente que somos genes pero también somos ambiente.
La Ecología humana o Antropología ecológica estudia la relación e interacción entre los grupos humanos y su ambiente, tanto físico como social. Además, valora la postura ética, filosófica, política e ideológica frente a una visión total y global del Planeta. Cobra gran relevancia el territorio que ocupa una población sumado a las condiciones sociales del grupo. Ésto es fundamental para poder poner en contexto el estado de salud y enfermedad de las poblaciones del pasado, que es lo que estudia la Paleopatología.
Así las cosas, en los estudios osteoarqueológicos (de los huesos humanos de las excavaciones arqueológicas) no debemos centrarnos únicamente en saber “qué les pasa” a los huesos de forma individualizada sino que tenemos que llegar a comprender por qué respondieron de tal o cual forma los huesos de un individuo, conociendo el ambiente en el que éste vivía. Pero no solo, ya que el estatus social de los individuos, el tipo de economía de la población, el acceso a la comida y de qué tipo era, así como la religión que profesaban llegan a ser asuntos de vital importancia para reconstruir la vida de poblaciones históricas.
Todos esos factores externos tienen una gran repercusión en la respuesta del hueso. Por ejemplo, se han estudiado poblaciones en las que se han encontrado patrones de respuesta a movimientos repetidos en el tiempo. Y es que es el tiempo, precisamente, el que marca la diferencia entre que una enfermedad o lesión llegue a dejar marca en el hueso o no. Solo aquellas enfermedades de tipo crónico cuyo origen esté en el hueso o que por último acabe afectándole (como una metástasis, por ejemplo) nos permitirán conocer qué le sucedió en vida a ese individuo.
Estos gestos de repetición muscular dejan marcas en el las zonas de inserción de ligamentos y tendones, lo que se denominan entesopatías o marcadores músculo-esqueléticos. Los músculos se unen a los huesos a través de ligamentos y tendones que, mediante el movimiento de fuerza repetitivo, pueden sufrir microfracturas. Cuando se regenera esta zona la sustitución de materiales se hace por sales de calcio, por tanto donde antes había un fragmento de ligamento/tendón finalmente quedará una «espinita» de hueso. Cuando esa espícula ósea “pincha” en un área muscular, al mover una zona próxima a una articulación, produce dolor.
Imagina que quieres tomar algo de un armario de la cocina. Elevas el brazo derecho (como el que vemos en la imagen) y ouch! Duele… La espícula ósea surgida como consecuencia de las reiteradas microfracturas por una actividad repetitiva está haciendo de las suyas. Es una lesión típica de carpinteros y escayolistas, por ejemplo, que hacen mucha fuerza con los brazos en su actividad diaria durante toda su vida laboral.
Poco a poco iremos desgranando qué enfermedades dejan su marca en el hueso. Os adelanto que se observan tumores, carencias nutricionales tanto en niños como en adultos, artrosis… y algunas que, aunque no tengan porqué tener síntomas clínicos son clasificadas como variaciones de la normal morfología del esqueleto, y son de gran utilidad en la identificación forense de individuos.
Me despido hasta la próxima. Que el pensamiento crítico os acompañe, carbonian@s.
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