¡Hola carbonian@s!
La #carbonoticia de hoy va de mujeres. No era la intención inicial, pero hay tantas que de una u otra forma están relacionadas con la historia que te voy a contar, que son protagonistas de pleno derecho.
El 26 de abril de este año se cumplieron 38 años del accidente nuclear más grave según la Escala Internacional de Accidentes Nucleares y uno de los mayores desastres medioambientales de nuestra historia reciente. La explosión del reactor 4 de la central nuclear Vladímir Ilich Lenin en Prípiat, a 18 kilómetros de Chernóbil, alteró la vida de todas las especies en la zona y alrededores.
Eran las 7 de la mañana del domingo 27 de abril cuando el presidente de la comisión gubernamental confirmó la evacuación de la población de Prípiat. Tres horas después dio instrucciones a las autoridades locales. A las 13:10 con un breve mensaje oficial transmitido por radio, se comunicó a los habitantes que se había producido una «situación insatisfactoria de radiación» y que serían evacuados durante tres días. Cincuenta minutos después salían los primeros autobuses y camiones y a las 17:00h no quedaba ni el gato.
Bueno, quedaron gatos, perros y animales salvajes que camparon a sus anchas.
La ridícula idea de no volver a verte
Henri Becquerel descubrió en 1896 que el Uranio emitía unos rayos desconocidos que podían penetrar la materia e ionizar gases haciéndolos conductores. Años más tarde Marie y Pierre Curie descubren el Polonio, un elemento que irradiaba más que el Uranio. Lo bautizaron así en honor al país de origen de Marie (María Skłodowska). Dos años más tarde descubrieron el radio en una variedad de la uraninita, la Pechblenda. Mientras estudiaban el mineral, los Curie retiraron el uranio y encontraron que el material restante aún era radioactivo. En 1903 Henri Becquerel y el matrimonio Curie recibieron el premio Nobel de Física por estos descubrimientos.
El 19 de abril de 1906 llovía a cántaros en Paris. Pierre se despide de unos profesores con los que había comido y cruza distraído la Rue Dauphine. Muere en el acto atropellado por un coche de caballos. Marie se niega a aceptar la ridícula idea de no volver a verlo (parafraseando el título del fantástico libro de Rosa Montero). Tarda un año en recomponerse y decidir que para honrar la memoria de su marido continuará con sus investigaciones. Cuatro años más tarde, Marie logra separar el radio del mineral y en 1911, recibe el premio Nobel de química por esa razón. Es la única persona galardonada con dos premios Nobel en disciplinas distintas.
Las chicas del radio
Aunque Henri y Marie murieron muy probablemente como consecuencia de sus trabajos con materiales radiactivos, todavía no se sabía lo peligroso que era estar expuesto a grandes dosis de radiación.
Durante la primera guerra mundial en la fábrica United States Radium Corporation en Orange, Estados Unidos, se desarrolló una pintura radiactiva que brillaba en la oscuridad. Las trabajadoras de la empresa se encargaban de pintar las esferas de los relojes que fabricaban, chupando las cerdas para afinar los pinceles y ser más precisas. Los relojes fueron un éxito total y la empresa los vendía al ejército de los Estados Unidos. Los soldados podían ver la hora incluso de noche.
Cuatro años después de haber dejado de trabajar para esta empresa, Amelia Maggia sufría unos dolores terribles de mandíbula y se le caían los dientes. Varios médicos relacionaron sus síntomas con su trabajo anterior. Cuando Amelia quiso avisar a sus ex compañeras, la mayoría habían muerto o se encontraban en la última fase de la enfermedad. Se las conoce como las chicas del radio y tras lo sucedido con ellas, el Congreso de los Estados Unidos votó una resolución donde se establecieron los derechos de los empleados que contraen enfermedades laborales.
El proyecto Manhattan
Cuando un átomo pesado de plutonio o uranio se divide en dos o más núcleos de átomos más ligeros durante el proceso de Fisión nuclear se genera energía nuclear. La bomba atómica desarrollada en Los Álamos como parte del Proyecto Manhattan y bajo la dirección científica del físico Robert Oppenheimer, se basa en ello.
Pues bien, la cantidad de materiales radiactivos y tóxicos tras la explosión del reactor 4 en Prípiat, fue estimada como unas 500 veces mayor que la liberada por la bomba atómica que Estados Unidos lanzó sobre Hiroshima en 1945. Ahí es nada.
Volvamos a Prípiat. A día de hoy los animales campan a sus anchas por toda la Zona de Exclusión. Gabriela Spatola y colaboradores compararon el genoma de los perros callejeros de Chernóbil con el de perros domésticos y razas puras de otras partes del mundo (con Illumina CanineHD 170k SNP array) y demostraron que son genéticamente diferentes y con una endogamia brutal. Como era de esperar.
Voces de Chernóbil
Pero la noticia que me ha llevado hasta aquí va un poco más allá. Publicada en numerosas revistas, cuenta como un equipo de Princeton, liderado por la bióloga Cara Love, se propuso investigar la respuesta evolutiva a la exposición multigeneracional crónica a la radiación, analizando muestras de sangre de las poblaciones de los lobos grises (Canis lupus) de la Zona de Exclusión de Chernóbil.
Los resultados del transcriptoma revelan poblaciones de leucocitos alteradas significativamente. Encontraron varias regiones genómicas con divergencias específicas de linaje, solapantes con genes relacionados con la fisiología del cáncer. Estos genes abarcan funciones cruciales como la inmunidad antitumoral, la invasión celular y la migración. Aquellos lobos portadores de estas u otras variantes en el momento de la explosión han sido los fundadores de los linajes actuales. Así funciona la selección.
Cuando elegí el tema para esta #carbonoticia y por el nivel de detalle de las noticias al respecto, pensé que me resultaría fácil encontrar el artículo científico publicado. No existe. En enero de este año Cara presentó una comunicación oral en la reunión anual de la Society of Integrative and Comparative Biology’s en Seattle y en el resumen de la misma se basa todo. Habrá que esperar a la publicación para saber más. Si te aburres mientras tanto, te recomiendo Voces de Chernóbil de Svetlana Aleksiévich, premio nobel de literatura 2015.
Si la vida te da limones, haz limonada
Hemos llegado al final. Probablemente ni tú ni yo lleguemos a ver como la especie humana repuebla la zona de exclusión de Chernóbil, pero si sus habitantes actuales nos proporcionan claves del impacto de la radiación en mamíferos y somos capaces de sacarles partido, ni tan mal. Ya lo dice el dicho, si la vida te da limones, haz limonada. Te diría más, si los limones son muchos vete pidiendo tequila y sal. Así te quiero yo, con limón y sal, como Julieta Venegas.
¡Hasta la próxima!
#SinCienciaNoHayFuturo
Da miedito, pero también un poco de esperanza…
Hay que sacar lo bueno de la desgracia. Si somos capaces de aprender algo 😉