Buenos días carbonian@s, cómo os va la vida. Yo me encuentro encarando las vacaciones (dentro de poquito), así que me lo estoy tomando con un poco de relax. Sólo deciros que ya he empezado a ponerme al día con las series que tenía pendientes de ver.
Sin ir más lejos, esta última semana se ha estrenado la última temporada de Westworld (HBO max), una serie a la que estuve muy enganchado en sus inicios y que os recomiendo (por lo menos las dos primeras temporadas). Para quien no la conozca os diré que se trata de la historia de un parque temático, con robots humanoides, en la que todo comienza a salir mal. Similar a Parque Jurásico, que ya de paso os recuerdo que la última película está en cines (no es publicidad, es mi frikismo cinéfilo el que habla), pero en este caso, son los robots los que se rebelan frente a sus anfitriones humanos.
Por desgranar un poco más, deciros que cada robot, dentro del parque, tiene una narrativa. No sólo una historia sino también unos pasos y unas acciones que cumplir. Por ejemplo, Dolores, la protagonista, es una buena campesina que cuida de su familia y del ganado. Después están el sacerdote, los vaqueros de la cantina, los indios o los soldados que luchan en la guerra. Los usuarios, los humanos que visitan el parque, pueden incorporarse a cualquiera de las historias junto con los robots, que les guiarán en sus pasos haciéndoles vivir una aventura. Digamos que el robot puede cambiar su comportamiento, para integrar al visitante en la aventura, pero el resultado final siempre ha de ser el mismo. Es decir, al final, los robots tienen que cumplir su misión teniendo un comportamiento, vamos a llamar, determinista.
¿Qué es eso del comportamiento determinista? Os lo voy a explicar con un ejemplo abierto. Cualquier robot que «os encontréis» en la calle, seguramente tenga un comportamiento determinista, cada robot tiene un conjunto de acciones a realizar en un determinado orden. Por ejemplo, los robots que se pueden encontrar en cada cadena de montaje de automóviles son deterministas. Los robots colocan la chapa, hacen la pintura, montan el motor o realizan diferentes acciones, en un orden determinado, hasta acabar el producto, sin salirse de sus tareas.
Sin embargo, ¿pueden los robots de Westworld definirse como deterministas? La respuesta es NO. Los robots de Westworld cambian su comportamiento, reconocen a los visitantes del parque como humanos e interactúan con ellos, pero siempre con la finalidad de cumplir esa aventura para la que están programados.
Pregunta de examen para los más frikis: ¿Podría hacerse eso, o algo parecido, en la vida real? Pues sí, pero la capacidad de adaptación ya depende de la Inteligencia Artificial.
Podría pasarme horas hablando de cómo funciona un robot, de qué partes se compone su hardware (principalmente sensores que reciben información del exterior y actuadores que les sirven para realizar acciones), y de cómo procesan la información mediante su software para realizar la toma de decisiones, pero hoy sólo voy a hacer una pequeña introducción a este problema.
Vamos a ir paso por paso, a ver si no nos perdemos.
Dentro de la IA existen diversos campos de interés, como por ejemplo, el procesamiento del lenguaje natural (Natural Language Processing, o NLP) que se que encarga de hacer que las máquinas, los ordenadores o los robots, en última instancia, puedan “entender” o interpretar expresiones naturales, frases simples como las que utilizamos para comunicarnos entre nosotros.
Otro ejemplo podría ser el de la visión artificial, que ayuda a las máquinas a localizar y reconocer objetos a partir de imágenes. La adquisición de éstas imágenes depende de los sensores de la máquina. Un ejemplo pueden ser las cámaras de fotografía o de vídeo, los sensores de profundidad o los detectores.
Dentro de un robot hay muchos otros conocimientos de la IA que pueden ser aplicados, como pueden ser problemas de control, estabilizadores de los servos para conseguir movimientos realistas, o cálculos de trayectorias para decidir el camino que ha de seguir una máquina a la hora de desplazarse. Realmente, un robot es tan complejo que casi cualquier campo de la inteligencia artificial puede tener una tarea o una función, pero sobre todas estas pequeñas tareas existe una que está por encima, y es la que se encarga de tomar las decisiones.
Si pedimos a un robot coger una taza (vamos a decir que damos la orden verbalmente), el robot ha de procesar dicha orden utilizando NLP, ha de reconocer dónde se encuentra la taza por medio de la visión artificial, ha de calcular por dónde acercarse a la taza y cómo cogerla. Por supuesto, todas esas pequeñas acciones que para nosotros son lineales, el robot ha de organizarlas y llevarlas a cabo a su manera.
El proceso de toma de decisiones tiene un interés creciente en robótica, dado que cada vez los robots obtienen más autonomía. Existen diferentes puntos de vista para abordar esta cuestión, pero a pesar de que existen diversas metodologías para solucionarlo, todavía existen muchos problemas pendientes de solución y que requieren un gran esfuerzo de investigación. Para los que estéis interesados en este tema, os dejo un artículo muy sencillito para que le echéis un ojo.
A día de hoy, ¿es posible la existencia de un robot completamente autónomo con una plena toma de decisiones? Bueno, eso puede ser difícil de decir. Hace un par de días, un primo me comentaba una noticia (tal vez una fake new) sobre un desarrollador de Google que había sido despedido por “violar la política de privacidad de la empresa” al dar a conocer sus conversaciones con una IA plenamente autónoma y consciente de sí misma, incluso con sentimientos, según dice la noticia.
Bueno, a mi me parece un poco exagerado y no creo que estemos todavía en este punto. Pero, por si acaso, cuidado con todo lo que sea smart en vuestras casas carbonian@s
¡¡La rebelión de las máquinas se acerca!!!
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