Como ya os he contado en anteriores entradas, en mi equipo estudiamos el crecimiento de algunos de los pescados que os coméis. El crecimiento individual no es igual para todos los peces y depende principalmente de la especie, pero también de factores externos como son la temperatura del mar en el que viven, de la disponibilidad de alimento, etc.
¿Sabíais que los peces no dejan nunca de crecer? A diferencia de los humanos, crecen a lo largo de toda su vida…aunque no al mismo ritmo, claro.
¿Y por qué es importante saber cómo crecen? Pues para poder gestionar correctamente el recurso. Por eso, es importante “medir” la calidad de los parámetros biológicos relacionados con el crecimiento. Necesitamos conocer todo lo relacionado con el paso del tiempo en la población de peces que estudiamos: cuánto crecen cada año, la edad máxima que pueden alcanzar, la edad a la que comienzan a reproducirse, etc.
La forma más habitual de estudiar el crecimiento es dándole edad a los peces, ¿esto os suena, verdad? Aquí los “lectores de otolitos” (así nos llaman) nos enfrentamos al reto de interpretar el crecimiento contando los anillos que el paso de las estaciones “graba” en el otolito. Sobre esto ya os he escrito en otras entradas…
Como podéis suponer, cuando te dispones a “leer un otolito” surgen dudas del tipo: ¿todos los anillos que cuento son realmente anillos anuales? o ¿Cómo puedo distinguir los anuales de los que no lo son? Las respuestas a estas preguntas están en el título de esta entrada: Cuando damos edad a los peces buscamos ser precisos y exactos, algo nada fácil por cierto. Y os voy a explicar el porqué.
Precisión
Con esta palabra entendemos lo siguiente: Cuando el otolito de un pescado lo “leen” varias personas (o varias veces la misma persona) y la edad coincide, entonces decimos que tenemos precisión en la lectura. Si por el contrario no siempre coincide la edad, significa que no somos precisos. Para medir el nivel de precisión de las edades se trabaja con estimadores matemáticos (en ciencia es muy importante controlar el error del resultado obtenido).
Para alcanzar una precisión alta en las lecturas la experiencia de los lectores es importante, y también lo es realizar ejercicios periódicos de calibración entre lectores. Pero, ¿es esa la edad certera?
Exactitud
¿Cómo podemos saber si la edad real de un pescado coincide con la que nosotros “leemos”? Este es uno de los retos a los que nos enfrentamos: Tener certeza absoluta de la edad de un pez. Para conseguirlo, trabajamos en “validar el crecimiento”.
¿Y cómo? La investigación pesquera ha desarrollado diferentes métodos para validar la edad de los peces, y aquí os voy a describir (por ser uno de los más rigurosos) el método de validación directa que se denomina método de marcado y recaptura.
Marcado y Recaptura
¿En qué consiste? Pues en capturar ejemplares vivos del mar y rápidamente anotar lo que pesan y miden en una hoja de control. A continuación, se les pone una marca interna (inyección intramuscular) y una marca externa (donde se incluye un código identificador del pez y los datos de contacto del laboratorio que lo marcó) para que los pescadores los identifiquen con facilidad si son pescados. Después se devuelven vivos al mar. Con el tiempo (y un poco de suerte) alguno será capturado y entonces el pescador se encarga de contactar con el laboratorio responsable para que recoja el valioso ejemplar.
Una vez en el laboratorio, gracias al código que tiene en la marca externa, se comprueba en la hoja de control el tiempo que ha pasado desde que se marcó hasta que fue pescado. Para comprobar cuanto creció, se vuelve a medir y pesar el animal y también se extraen sus otolitos.
La marca interna (la inyección) ha dejado un anillo marcado en el otolito que se puede ver utilizando un microscopio de fluorescencia. Tenemos así un punto de partida para medir en el otolito el tamaño que aumentó (y los anillos que «grabó») durante el tiempo que estuvo en el mar después de ser marcado. Gracias a esta técnica de marcado y recaptura se logra validar el crecimiento (del pez y del otolito) en un espacio de tiempo concreto.
Como veis, dar edad a los peces no es una tarea sencilla…
¡Hasta la próxima entrada marina!