Hoy el protagonista de esta entrada es el bacalao (Gadus morhua), uno de los pescados más consumidos y que seguro habéis comido en alguna ocasión. Para ir centrando el tema primero os voy a dar algunos datos del bacalao: es un pez de carne muy blanca que pertenece a la familia de los gádidos y que vive en las aguas frías del Atlántico Norte de Europa y Canadá (Terranova). Puede llegar al metro de longitud y vivir hasta los 12-15 años. Se reproduce a partir de los 4-5 años y la puesta ocurre en primavera.
Su presentación más tradicional para el consumo es seco y salado (hojas de bacalao). El método de secado por sal tiene miles de años de antigüedad y permite una buena conservación porque reduce el contenido en agua impidiendo el desarrollo de gérmenes patógenos. El bacalao seco se convirtió así en un alimento muy popular porque era fácil de conservar y transportar. En la actualidad, el bacalao se puede consumir no solo salado, también congelado e incluso fresco.
La pesca del bacalao en Terranova.
Se cree que ya en la Edad Media los vikingos pescaban en Terranova, aunque el despegue de esta pesquería comienza a partir del descubrimiento de América. El bacalao fue durante siglos la principal fuente de ingresos de la zona. La abundancia del bacalao provocó el interés en su pesca provocando sucesivos conflictos entre las flotas pesqueras interesadas en controlar este caladero.
Esta pesca fue también fuente de inspiración para la literatura (“La campaña de la goleta Argus”; “La mar es mala mujer”, etc) y el cine (“Capitanes Intrépidos”, ¿os suena?).
¿Y cómo se pescaba? A finales del siglo XIX ya Portugal pescaba bacalao con goletas nodrizas que llevaban a bordo pequeñas embarcaciones apiladas (doris). Los doris se echaban al mar por la mañana y se repartían por el océano hasta que al oscurecer regresaban a la goleta nodriza donde se recogían. En cada dori iba un marinero pescando bacalao a la línea (sedal con anzuelo), algunos muy alejados del barco nodriza. Este tipo de pesca, a pesar de los riesgos, se mantuvo hasta 1974.
A partir de los años 20 del siglo pasado, barcos españoles comenzaron a ir a pescar bacalao a Terranova. Eran barcos de arrastre a vapor que buscaban aprovechar la posibilidad de un buen negocio, ya que el bacalao era un producto con un mercado ya establecido en España. Además, se presentaba también como una alternativa a la escasez de capturas en caladeros más cercanos a la península.
A mediados del siglo XX había bacalao en abundancia y esto lo aprovechaban barcos de muchos países. Las capturas iban en aumento, alcanzando su valor máximo en 1968 con más de un millón de toneladas de bacalao. La presión pesquera durante estos años fue tal que las poblaciones de bacalao colapsaron (Vázquez, 2009)…Y lo que pasó después es otra historia que ya os contaré en otra entrada.
El trabajo y la vida a bordo
Hasta los años 70 el trabajo a bordo de los bacaladeros era extremadamente duro. Cuando el bacalao llegaba al barco, había que descabezar, eviscerar, quitar la espina y lavar antes de almacenarlo en las bodegas. Allí los saladores hacían pilas alternando el bacalao fresco abierto y eviscerado con capas de sal. En las pilas el bacalao comenzaba el secado por sal.
Todo el trabajo en el barco era manual y a la intemperie. El frío, los temporales o el hielo complicaban aún más todas las actividades pesqueras. Pensad también que estas condiciones laborales provocaban en los marineros problemas circulatorios o la congelación de extremidades.
¿Y el descanso? Las zonas del barco destinadas al descanso estaban reducidas a la mínima expresión y a esto hay que añadir los turnos de trabajo de horas sin pausas ya que mientras había pescado no se paraba. Solo se podía descansar si “fallaba” el pescado o si el tiempo era tan malo que no se podía largar el aparejo. Duro, ¿verdad?
Ah! Y aún les quedaba otra peligrosa faena: eran muy habitual que en la cubierta y la arboladura del barco se acumulase hielo. Los marineros tenían que “picarlo” a golpes con unas mazas de madera para evitar que el sobrepeso del hielo hundiese el barco.
Los bacaladeros cuando llenaban las bodegas regresaban al puerto base donde descargaban el bacalao que se llamaba “verde”. Este bacalao todavía no estaba en su punto óptimo y ya en tierra continuaba el proceso en grandes naves donde se colgaban hasta conseguir el secado adecuado.
Si os ha interesado el tema, os recomiendo el documental “Arte al agua” donde en primera persona y con grabaciones hechas por los tripulantes de estos barcos, se cuenta la vida y la pesca en Terranova de los barcos vascos y gallegos. Merece la pena.
¡Hasta la próxima entrada marina!
Tengo que dar las gracias por su ayuda en esta entrada a los investigadores del IEO Esther Román y Mikel Casas, expertos en la biología y pesca del bacalao de Terranova.
¡ efectivamente ! Una pesca muy dura, la conozco bien ya que varios familiares se dedicaron durante la década de los 70 y 80 como patrones de pesca a la captura
de ésta especie en los grandes bancos de terranova. Lo bueno por destacar, algo de éste tipo de pesca, es que un marinero en aquella época ganaba lo suficiente para mantener a una familia de cuatro mienbros. Hoy en día quizás la pesca en atuneros se puede asemejar en cuanto a ingresos, pero en cuanto a comodidades a bordo, los atuneros actuales son auténticos cruceros de lujo, comparados con las viejas » parejas » que pescaban en los años 80. Por no remontarse a principios del siglo XX.
Saludos.
Manuel Veiga.
Hola. Soy de Venezuela. De la ciudad de Cumana. Dos embarcaciones de pesca de bacalao llegaban al Puerto de Cumana. Conoci a algunos marineros de esas embarcaciones. Grandes recuerdos. Y maravillosas historias que contaban. Yo, un chabal, como decían esos grandes hombres. Algunos, conocieron a mis padres. Viviamos cerca del Puerto. Se, que mis cercanos marineros eran de Vigo, Pontevedra y la Coruna. Gracias, a todos esos marineros. Siempre me dejaban una Tira comica: Mortadelo y Filemon.
Las embarcaciones de pesca de bacalao vinieron a principio de lis años 1970,s. Hacian su pesca en Terranova, y pasaba por Venezuela. Gracias.