¡¡¡Non fuyades, cobardes y viles criaturas!!!
A ese grito ahogado está respondiendo en este momento una gran parte de la sociedad que, como nuestro famoso hidalgo, está entrando en una fiera y desigual batalla.
Y nuestra mejor arma… La información.
En estos momentos, nuestro país se encuentra iniciando la transición hacia la descarbonización con un cambio del modelo energético basado en combustibles fósiles. Es un proceso necesario para alcanzar el objetivo de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero.
Sin embargo, lo que estamos viviendo es un acto desmesurado de implementación de una industria energética, que depende de las empresas promotoras y del visto bueno de las comunidades autónomas. La reciente subasta de 3000 megavatios que el Ministerio para la Transición Ecológica ha realizado para la implementación de energías renovables, se ha convertido en una lucha en la que unas pocas empresas quieren implantar infraestructuras enormes. Se proyectan en terrenos no urbanos, con una baja densidad de población y con un elevado grado de naturalidad, con la consecuente afección a hábitats y especies de alto valor ambiental. El tipo de energía más beneficiosa en términos de conservación, sin embargo, pasaría por promover una sostenibilidad energética de autoconsumo.
LA TRANSICIÓN ENERGÉTICA NO DEBE REALIZARSE A COSTA DE NUESTRO PATRIMONIO.
Así que algunos de los científicos han dado la voz de alerta a esta situación. Hace ya algunos meses que los colectivos comenzaron a unir fuerzas.
En una carta publicada en la prestigiosa revista Science, un grupo destacado de investigadores españoles de diferentes áreas de conocimiento denunciaron que las energías renovables en España amenazan la biodiversidad y reclaman la implementación de planes basados en un conocimiento ecológico actualizado que considere, además, los efectos cumulativos y sinérgicos de las instalaciones propuestas (Serrano et al., 2020).
De la unión de la ciudadanía y con el apoyo de la comunidad científica nace ALIENTE, una alianza en torno a la sostenibilidad de la energía, atendiendo a sus implicaciones y afecciones en el territorio, en la diversidad biológica y paisajística. A esta iniciativa, se unen 80 entidades con el apoyo de más de 250 científicos.
Por último, la más reciente de estas alianzas, construída para sumar fuerzas en la lucha por la conservación de los recursos naturales de la Cordillera cantábrica, os presento a la recién salida a la luz web MEDINAT. Y digo esto, porque comenzó a fraguarse a fuego lento hace meses. Este trabajo, es el resultado del esfuerzo de especialistas en diversas disciplinas relacionadas con el medio natural. Su objetivo es la creación de materiales basados en trabajos científicos que ayuden a la realización de una transición energética realmente justa, que no implique daños al medio natural o a cualquiera de sus componentes. Los autores ponen además, a disposición de las personas que lo necesiten, una revisión de la literatura científica de las afecciones que suponen estas instalaciones no solo al patrimonio natural más evidente, sino también al que no se ve o no se contempla pero que, sin embargo, resulta esencial. Podeis adheriros y firmar dicho informe-manifiesto aquí. Se recogen también, una serie de leyes, normativas, estrategias y planes que entran en conflicto con los megaproyectos de producción de energías renovables. Todo ello con la intención de informar y facilitar el acceso a esta información, para que pueda utilizarse si fuera preciso. El fin último, es proteger la Cordillera Cantábrica, dado su importante papel como corredor ecológico en uno de los retos más importantes al que como sociedad, nos hemos enfrentado nunca: la protección de la biodiversidad. Ya la Plataforma para la Defensa de la Cordillera Cantábrica, entre otras muchas acciones, consiguió reunir el apoyo de 103 organizaciones y la participación de científicos, académicos y celebridades, para publicar un grito al cielo que dice AQUÍ NO. Con esta llamada proclaman que esta industria no comprometa uno de los mejores reductos de biodiversidad de Europa.
Estas son solo algunos de los posicionamientos de los científicos especialistas en biodiversidad. Hay muchas otras iniciativas de índole conservacionista, plataformas locales, grupos y alianzas que pretenden salvar el territorio. Todos ellos trabajando de manera altruista, invirtiendo horas y esfuerzo en leer los proyectos, las evaluaciones, en redactar documentos técnicos y alegaciones. Yo me pregunto por qué se está haciendo este duro trabajo técnico desde estos colectivos y, sin bajar la guardia, para garantizar que la gran afectada no sea nuestra naturaleza. Hago una llamada a las Administraciones para que al menos nuestras voces se escuchen.
En respuesta a la oleada de proyectos y voces que aclaman cordura en forma de ordenación territorial estratégica, el propio MITECO ha respondido publicando una zonificación ambiental acompañada de un mapa de sensibilidad de los territorios para las energías renovables. Por supuesto, la Cordillera Cantábrica, así como otras muchas áreas de alto valor natural, quedan excluídas. Sin embargo, esta zonificación no tiene carácter vinculante, por lo que no deja de ser una declaración de buenas intenciones carente de efectividad si no se exige su cumplimiento a las empresas y las autonomías.
Es necesario que como sociedad escuchemos a los científicos, ya que no paran de decirnos una y otra vez que nuestra supervivencia depende de la conservación de la naturaleza. Aquí podeis escuchar a uno de nuestros científicos más valorados e internacionales, Fernando Valladares, hablando del papel de la biodiversidad y su relación con la actual pandemia.
Hay que hacerlo antes de que no haya vuelta atrás. No utilicemos una herramienta de transición de manera aquivocada. No comprometamos nuestros recursos bajo el lema de energía «limpia».
Estamos a tiempo de elegir el tipo de transición energética que queremos. Hagámoslo bien.
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