Hasta que aparecieron los vehículos a motor los burros eran los “pequeños utilitarios” que se usaban para transportar mercancías de hasta cien kilos. Ahora, como bien dice este póster portugués, los burros de cuatro patas están en peligro de extinción en la Península Ibérica. Y este es el tema de la entrada de hoy, la importancia en el pasado de estos animales en las labores del campo y de su sustitución gradual por tractores y otra maquinaria agrícola. Buena prueba de ello es que cada vez son menos los registrados en los libros genealógicos de las razas peninsulares.
El burro zamorano- leonés (Su pelo forma unos tirabuzones denominados “pinganillos” que le dan un aspecto como de “rastafari”. De aspecto muy similar al burro de Miranda de la vecina Portugal), los asnos catalanes (de capa negra con marcada decoloración blanca en el vientre y el hocico, gran alzada y muy potentes), los burros andaluces (o “rucios”, capa que resulta de la mezcla de pelos blancos con más o menos pelos negros), la raza Majorera en Canarias, la Mallorquina en las Baleares o la de las Encartaciones en el País Vasco, son algunos ejemplos de razas de burros o asnos que hay en España.
En Galicia tenemos la burra fariñeira gallega, que no se llega a considerar una raza en si misma si no que su nombre hace referencia al oficio al que se dedicaban. Estas burritas pequeñas y ligeras proceden de ejemplares muy heterogéneos y eran las más adecuadas para sortear los estrechos caminos cercanos a los ríos, llevando los granos a los molinos de agua y trayendo de vuelta la harina.
Aunque los burros eran muy necesarios siempre tuvieron inferior consideración que los caballos y un ejemplo lo tenéis en el Quijote de Cervantes: el caballo de Don Quijote tiene nombre, Rocinante, y sin embargo el burro de Sancho Panza no. Sancho se dirige a él como rucio por su capa.
De mulos y mulas
La hibridación es común en la producción vegetal y animal. Cruzando dos especies distintas de un mismo género se dice que el resultado contiene lo mejor de ambas: la alta producción de uno y la rusticidad o resistencia a enfermedades del otro.
¿Sabíais que en épocas anteriores a la aparición de los motores los auténticos tractores fueron los mulos o las mulas? ¿Y que estos animales provienen del cruce de burro y yegua? Los mulos heredan la fortaleza y alzada de la yegua y del burro la potencia, el tesón y la apariencia general. El resultado del cruce puede ser macho (mulo) o hembra (mula) y tienen lívido. Y es que, aunque los híbridos por norma general pierdan la fertilidad no pierden los atributos sexuales ni las hormonas. Atención: cruzar un caballo y una burra no tiene el mismo resultado ya que se origina otro híbrido, el llamado burdégano o macho romo (que es como un caballo, pero pequeño y relincha).
El paso de la mula resultaba muy cómodo y por eso su montura se generalizó tanto al final de la edad media que llegó a comprometer la capacidad de cría caballar por falta de yeguas. Para proteger la cría caballar los Reyes Católicos prohibieron en 1494 su uso para montura (salvo para mujeres y curas). Hasta el propio Cristóbal Colón ya anciano tuvo que pedir una autorización para poder montar en mula.
En Estados Unidos para trabajar los campos y las minas necesitaban de animales muy potentes pero los burros que allí había, procedentes de las islas británicas, eran animales muy pequeños y que dejaban bastante que desear. Y es en ese momento cuando un burro zamorano, Royal Gift, hace historia. Este famoso burro fue un regalo real de Carlos III al presidente de los Estados Unidos (George Washington) en 1784. Por tratarse de un regalo del rey se rompía así una ley (condenada incluso con la pena capital) que prohibía la exportación de burros en España.
Con Royal Gift el presidente de Estados Unidos hizo un gran trabajo de mejora genética en su finca agrícola de Virginia y así consiguió ejemplares de gran alzada. Estos burros enormes se cruzaban con yeguas para dedicarlos a la cría mular. Más adelante se importaron asnos catalanes que dieron lugar el asno de Kentucky y a los american mamouth donkey que llegaron a tener 1,70m a la cruz. Se me ocurre que quizás el burro símbolo del partido demócrata americano podría tener algo que ver con estos hechos.
En Galicia fue muy importante la cría mular y cientos de mulas salían de la estación de Curtis hacia Castilla que procedían tanto de la comarca de Curtis, como de Ordenes o de Bergantiños. Tiraban de las norias, de los carros o de los arados en las tareas agrícolas en los campos castellanos. Algunas no llegaban a la meseta y se quedaban en el Bierzo para tirar de los vagones de carbón en las minas. Eran animales muy valiosos y, por lo que me cuentan algunos patrones, se pagaba el equivalente al precio de diez vacas o más.
¿Por qué se criaban en Galicia y no los criaban los castellanos en la meseta? La respuesta seguramente está en un alimento barato, símbolo de atraso y pobreza, y muy abundante en Galicia: el tojo o toxo (Ulex spp). Esta leguminosa (que incluso se sembraba) no la había en Castilla y es una fuente de proteína que se daba picada y era imprescindible para la crianza. Se complementaba con fuentes energéticas como los cereales, las castañas e incluso les cocían pan de maíz. Me contaron que, además de la que mamaban de la yegua, se les daba también leche de vaca. A estos animales se les mimaba mucho para que crecieran.
Por cierto, aunque no es lo habitual, en algunos casos la mulas pueden resultar fértiles. Y si no que se lo pregunten a Arsenio, antiguo compañero veterinario. Me contó que en su primer destino en un pueblo vallisoletano le avisaron por un cólico de una mula. Tras la palpación rectal comprobó que la mula estaba gestante. Supongo que con una sonda nasoesofágica le suministró un purgante (una disolución de sulfato magnésico) y después le comunicó la gestación al propietario. Después del diagnóstico observó que cuando iba a tomar café al bar del pueblo pocos le saludaban y durante meses tuvo la desagradable sensación de escuchar murmullos y risitas en su presencia. Eso si, pasado el tiempo de rigor la mula parió y Arsenio acabo convirtiéndose en el amo del lugar. Se hizo muy popular y comenzó a tener muchos avisos y por supuesto todos lo saludaban…y le pagaban el café.
Lejos quedan los casi ochocientos mil burros y un millón doscientas mil mulas que censaba el MAPA a principios de los sesenta. Hoy quedan algunas mulas en el Rocío para tirar de las carretas y mulas oruga (vehículos híbridos que nada tienen que ver con las mulas) en las unidades de alta montaña para llevar artillería ligera.
Como curiosidad os diré que a principios de los ochenta en un pueblo del páramo leonés observé una escena de un oficio que ya se extinguía, el de esquilador de mulas. El esquilador recorría las villas y aldeas de la meseta «pelando» a los mulos para que no pasasen calor en verano. Acabado el esquilado le marcaba la epidermis de cada mula (sin hacer sangre) con una de las puntas de la tijera dibujando un indio sobre la piel. En la actualidad se mantiene esta tradición y se organizan concursos de estos elaborados y efímeros dibujos en la zona de Castilla-La Mancha. Para que os hagáis una idea, en la imagen inferior os muestro mi intento de reproducir la firma de aquel esquilador con el que me encontré hace ya muchos años.
La historia de Barreiros y los tractores
A la vez que se iban apagando en el campo los rebuznos de las mulas, empezaban a sonar los ronroneos de los motores: es el comienzo de los tractores nacionales de las marcas Ebro, Lanz ibérica y por supuesto los Barreiros del orensano Eduardo Barreiros. Mi paisano, que empezó como mecánico y acabó siendo un importante empresario, fue todo un personaje que brilló en aquella época gris. Nunca contó con ayudas estatales para crear su imperio porque sus vehículos eran competencia directa de los también excelentes Pegaso fabricados por el Instituto nacional de industria (INI).
Comencemos esta historia diciendo que el gasoil era y es una fracción inevitable en la destilación del crudo para obtener gasolina. En aquellos tiempos en España apenas había motores diesel y el litro de gasoil estaba mucho más barato que el de la gasolina: cincuenta céntimos frente a cinco pesetas. Es decir, el gasoil costaba diez veces menos que la gasolina. Y aquí nace la primera hazaña de Emilio Barreiros: inventar un sistema para poder utilizar gasoil en los motores de gasolina.
Barreiros acopló este sistema de su invención a tres mil camiones a gasolina procedentes de la ayuda rusa a la República que sobrevivieron tras la guerra civil. Y a pesar de que todos los ingenieros decían que el invento no iba a funcionar fue todo un éxito. A continuación, fundó una factoría en Villaverde (sur de Madrid) que llegó a tener más de veinticinco mil empleados. Allí se fabricaban coches (como el famoso utilitario Simca mil donde dice la canción que es tan difícil hacer el amor), camiones y por supuesto los tractores.
Barreiros consiguió venderle sus todoterrenos a Portugal cuando comenzó su guerra colonial. Compitió con dos poderosas marcas americanas del motor: Ford y General Motors. Los vehículos debían superar una prueba que consistía en circular por un tremendo barrizal. El resultado fue que los Barreiros terminaron remolcando al resto de marcas atrapadas en el barro. Por supuesto, ganó el contrato. Más tarde, en la Cuba de Fidel también consiguió otro contrato compitiendo esta vez con marcas japonesas del motor. El concurso consistía en poner los motores a funcionar durante días hasta que gripasen…Y los Barreiros aguantaron más.
Para poder capitalizarse vendió parte de sus acciones a la multinacional Chrysler. A cambio, tenía el compromiso de los americanos de vender sus camiones en el mercado internacional. Así se empezó a fabricar el famoso Dodge Dart en su fábrica. Los americanos se fueron haciendo poco a poco con las acciones de la empresa y cuentan que ahí empezó su declive. De llamarse Barreiros Chrysler pasó a Chrysler Barreiros y finalmente solo Chrysler. Los americanos no cumplieron con su parte del pacto, pero él sí que hizo popular en este país al Dodge Dart, el más famoso de los “Haiga” durante años.
Y ya para acabar, sirva esta entrada como un pequeño homenaje a burros y mulas, animales que tanto han ayudado en los trabajos duros del campo. En mi contacto con ellos me han demostrado que pese a su fama de tozudos y poco inteligentes en realidad son todo lo contrario. Y lo que desde luego no tiene discusión es que son unos animales preciosos ¿o alguien podría decir lo contrario viendo este dibujo?
Muy didáctico y agradable de leer
Yo fui tratante de mulas en los años 60 con mi padre cuando tenía 10 a 15 años recorriendo toda España vendiendo por sus ferias las famosas
Mulas gallegas de Bergantiños: Curtis,embarque después ferias de León, DonBenito,Palma delCondado,Moguer etc.para venderlas. Se vendían entre
10.000 a 15.000 pesetas.
Muchas gracias por el comentario. Fue una pena no haber contactado antes. Lo hice con algún ganadero de Curtis , uno de ellos Mariño de familia de tratantes de mulas. Me gustaría hablar contigo un dis con yFrancisco Muiño porqué realmente el que sabes de mulas eres tú…