Hola carbonianos!
Hoy os planteo esta pregunta que me hacía el otro día con unos amigos y creo que merece dedicarle una entrada, ya que finalmente, radica en nuestra salud.
Últimamente, debido a la situación social que nos rodea, nuestros hábitos han empezado a cambiar ligeramente, en parte porque el consumo de comidas en casa se ha disparado en la época postcovid; y porque según recoge el informe Panorama Alinnova 2021 sobre tendencias del sector alimentario, nos preocupamos más por conseguir una alimentación saludable.
Pues bien, después de dedicarnos a comprar lo que mejor creemos en el supermercado para comer de la mejor forma, llegamos a casa y lo metemos todo al frigorífico y ya lo iremos usando, ¿no?……ERROR…. Deberíamos planificar un poco el consumo de los alimentos en función de su frescura
¿Y porque os digo que deberíais planificarlo un mínimo?
De esta forma podremos asegurarnos que todas las propiedades tanto nutricionales como organolépticas (color, olor, sabor y textura) de los alimentos se mantienen hasta el momento que los consumimos. Es importante saber que aunque tengamos un alimento sano tenemos que cuidar también que se mantenga “sano“ para nuestro consumo.
Y para que un alimento sea sano para nuestro consumo, tenemos que tener en cuenta lo siguiente:
Fecha de caducidad versus consumir preferentemente
Toda la vida nos han dicho que la fecha de caducidad no superarla pero que la de consumo preferente como el caso de los huevos da igual. He de deciros que a nivel sanitario en el caso de la fecha de caducidad, tenemos que tener más cuidado porque a partir de esa fecha el productor no nos asegura que el alimento sea microbiológicamente estable, pudiendo provocarnos una intoxicación. Pero en el caso del consumo preferente, no pasa nada mientras se haya mantenido la integridad del alimento, aunque sí que tiene sus peros.
Y es que, “no pasará nada” pero a partir de la fecha de consumo preferente a nivel científico se sabe que el alimento que sea, va a perder parte de sus propiedades organolépticas. Si bien, las nutricionales o sanitarias no deberían verse afectadas si se ha conservado el alimento en las condiciones idóneas.
Aquí os pongo un link dónde podéis encontrar más información al respecto:
Si está congelado, se conserva bien
Tenemos la falsa sensación de que al estar congelado el alimento se va a mantener siempre bien el tiempo que queramos. Pues siento deciros que esto no es así, en función del tipo de alimento (verdura, carne, pescado,…) tendremos que consumirlo antes de X meses, ya que si no empieza a perder sus características organolépticas, podéis consultar más información en el siguiente enlace
https://www.mscbs.gob.es/consumo/pec/recomendacion/manipulacion/colocar.htm
Da igual como congelar y descongelar
Más allá de que puedan salir contaminaciones por no haber tenido cuidado con la cadena de frío, me gustaría comentaros que con una mala gestión del congelado/descongelado provocamos que nuestros alimentos pierdan las propiedades que tenían cuando los compramos.
A la hora de congelar existe el falso mito de dejar reposar y enfriar a temperatura ambiente lo que acabamos de cocinar para conseguir mejores resultados en la congelación.
En realidad se deja enfriar a temperatura ambiente ya que los frigoríficos domésticos de hoy en día no tienen la suficiente potencia de mantener la temperatura estable tras introducir un alimento caliente. La mejor manera de congelar un alimento es bajarle la temperatura lo más rápido posible. En alta cocina se usa mucho, si habéis oído hablar de los abatidores. Estos equipos permiten reducir la temperatura interna de los alimentos que se acaban de cocer en un tiempo inferior a dos horas; evitando la proliferación de bacterias y manteniendo las condiciones organolépticas del producto. Pero nosotros en casa, basta con dejarlo a temperatura ambiente hasta que se pueda meter al frigorífico lo antes posible, para después pasarlo al congelador.
En el caso de la descongelación es importante que se realicé de la forma más progresiva posible, es decir, pasándolo primero al frigorífico. Esto se debe a que los cristales de hielo que se forman en la congelación, si se descongelan de forma rápida van a provocar la rotura de las fibras de los alimentos. El resultado es que los alimentos pierden el agua que contienen en su interior (pueden llegar a perder 15-20% de su peso en agua), y en consecuencia se merman sus características organolépticas.
El frío quema, sí
A veces no os habéis encontrado con algún filete congelado que en algunas zonas parecía cocido o como en la foto que os pongo… Pues bien, este proceso ocurre porque el frío, al igual que el calor, también quema. Y es que nuestro congelador puede provocar estas quemaduras en nuestros alimentos si no hemos envasado debidamente. Este hecho es complicado de evitar ya que para conseguir una buena congelación debería ponerse el alimento al vacío o en bolsas herméticas que guarden la menor cantidad de aire, ya que el contacto directo de este aire frío con la comida provoca estas quemaduras
Espero que os sirvan de ayuda mis pequeños consejos, porque comer es un placer!
Hasta la próxima!