«Aquellos que no recuerdan el pasado están condenados a repetirlo»
George de Santayana
Los tiempos de reflexión debidos a la pandemia, están llegando a su fin. Sinceramente, espero que todos hayamos aprendido de esta situación. El mundo se ha visto hostigado por un evento estocástico que ha comprometido nuestra supervivencia como sociedad. La pregunta es: si habremos aprendido algo de ello y si, además, seremos capaces de implantar cambios en la sociedad derivados de dicho aprendizaje.
De momento, como botánica que soy, no me ha pasado desapercibida la exuberante floración que nos ha acompañado durante el confinamiento. Un año marcado por una primavera excepcionalmente lluviosa y cálida, sobre todo al inicio de la estación que, además, se ha visto marcada por la casi eliminación de los trabajos de mantenimiento de los parques, jardines, zonas verdes, aceras, bordes de carreteras y caminos, etc. Esta explosiva floración no solo no ha pasado desapercibida para mí, sino que ha desencadenado una tendencia nueva para mucha gente: la de mirar a su alrededor, la de recuperar esa curiosidad innata de un niño fascinado por la naturaleza que le rodea y, que parece ser, una de las aptitudes más valiosas que poseen los naturalistas. Sobre todo, para algunas personas se ha revelado el poder colonizador de algunas especies “ruderales” y “nitrófilas”, términos que se utilizan para referirse a las plantas que presentan una alta capacidad para reproducirse en ambientes antropizados, es decir, alterados por el ser humano.
Hace ya más de 20 años que Wandersee & Schussler (1999) acuñaron el término «Plant Blindness” para referirse a la ceguera vegetal que provoca que el mundo de las plantas pase desapercibido para la sociedad. Desde entonces, no ha cesado la lucha porque no nos olvidemos de ellas, que tanto nos dan, pero que tanto maltratamos. Estos días hemos visto iniciativas muy llamativas, como la de Frédérique Soulard, que decidió identificar las plantas de su entorno, pintura en mano. La iniciativa parte de una idea lanzada por botánicos franceses, llamada Sauvages de ma rue. Es Reino Unido quien abraza ahora esta idea bajo el nombre de More Than Weeds. En España, Aina S. Erice, autora del Libro de las Plantas olvidadas, ha tomado la batuta para dar visibilidad a estas ‘rebeldes’ que han tomado las calles durante el confinamiento. También en España algunas ideas de ciencia ciudadana están emprendiéndose con éxito: El Programa de Conservación de orquídeas llevado a cabo por el el Ayuntamiento de Vitoria-Gasteiz o el Proyecto LIFE+RESECOM del Gobierno de Aragón, son ejemplos de colaboración en los que los participantes son guiados y asesorados por científicos. Estos proyectos están obteniendo una buena acogida y excelentes resultados, por lo que esperemos, se extiendan por toda la geografía española.
Así que, cuanto antes mejor, TODOS los ayuntamientos y administraciones tendrán que abandonar el uso de los herbicidas y fitosanitarios que utilizan para llevar a cabo trabajos de mantenimiento y empezar a comprender que, hasta los espacios urbanos, son lugares muy importantes para preservar la biodiversidad, asimilando entonces los beneficios que éstos representan para la ciudadanía en términos de salubridad. Es por ello, que la Federación Española de Municipios (FEMP) y SEO/BirdLife han enviado una carta a más de 7.000 entidades locales para pedirles que respeten los ciclos vitales de la biodiversidad urbana en los trabajos de mantenimiento que se vayan a retomar tras el confinamiento.
Quizás, en 2021 ya nadie se acuerde de estas plantas de nuevo… Quizás haya sido una tendencia tan efímera como el vuelo de la mosca de mayo… Pero quizás, sea cierto que los europeos no queramos volver a la normalidad anterior y que queramos realmente vivir en entornos y ciudades no contaminados. Puede que entonces sea cierto que apoyemos políticas respetuosas con el medio ambiente y que cambiemos nuestras preferencias de consumo. Y, quizás… demos el papel que merecen las plantas silvestres con las que convivimos… Puede que Aina S. Erice, esta vez, tenga la necesidad de escribir el libro de las plantas recordadas…
Nomeolvides (Myosotis sp.)
Fotografía cedida por Abel F. Salegui, realizada durante el confinamiento