Otolitos: ¿Oto…qué?

Esta es mi estreno en Ciencia Carbónica, así que voy a empezar escribiendo sobre la parte de la ciencia a la que me dedico desde hace ya muuuchos años?

Pues el título de la entrada da la pista: voy a hablar de los otolitos. Empecemos:

En la imagen vemos una sección o rodaja del tronco de un árbol (Pinus pinaster) en la que se marcan unas bandas que indican su crecimiento con el paso del tiempo. El número de bandas coincide con los años de este árbol cuando lo cortaron. Estas bandas o anillos registran mucha más información, pero esa es otra historia…

Al igual que  los árboles, los peces óseos tienen unas estructuras en el interior de su cabeza relacionadas con el equilibrio y la audición y que también crecen formando anillos: los otolitos.  En realidad son tres pares de otolitos, pero el  más utilizado (también el de mayor tamaño) es el llamado par sagitta.

 

“Las flechas señalan mis dos otolitos sagitta, ¿podréis descifrar el código que contienen?”, dice la faneca (Trisopterus luscus)

 

 

Las vértebras y las escamas fueron las primeras estructuras usadas para dar  edad a los peces, allá por los siglos XVIII y XIX, pero en la actualidad el uso de los otolitos se ha generalizado porque presentan importantes ventajas: nacen y crecen con el pez y además no sufren reabsorción.

Los otolitos tienen formas definidas que caracterizan a cada especie. Y para muestra, “tres botones”:

Un abadejo (P. pollachius) y sus otolitos

 

 

 

 

Una gallineta (H. dactylopterus) y sus otolitos

 

 

 

 

Pez san pedro (Z.faber) y sus otolitos

 

 

 

 

 

Cuando contamos los anillos que identificamos como marcas de crecimiento decimos que estamos  “leyendo otolitos”. Usamos una lupa que nos permite aumentar la superficie de lectura y desde hace unos años  una importante herramienta es el analizador de imagen porque permite capturar la imagen calibrada, marcar los anillos, medir distancias, comparar lecturas…

Los anillos que se marcan en los otolitos se pueden comparar  a un “código de barras” que no solo tienen información de la edad, si no también de todos los procesos o cambios vitales del pez. Es nuestra tarea descifrar ese código ¡aunque de momento no está resultando nada fácil!

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