Las ballenas y los tapones de cera

Aquí estamos de vuelta a la vida marina. Y el tema de esta entrada es cómo conocer la edad de una ballena barbada. El rorcual, la yubarta o la ballena azul son ejemplos de ballenas barbadas, y su nombre se debe a que tienen barbas y no dientes. Por cierto, el título de la entrada («Las ballenas y los tapones de cera») es una pista. Pasen y lean.

Primero, ¿Qué son las barbas de ballena? Son placas de queratina formadas por pelos rígidos. Tienen forma de peine y les permiten filtrar el alimento del agua a este grupo de ballenas. Curiosamente estas barbas también se llaman ballenas y son elásticas, flexibles y de gran resistencia. Estas características hicieron que durante siglos se utilizaran en la fabricación de vestidos, corsés, varillas de paraguas, de sombrillas, etc.

Estas antiguas ballenas o barbas de ballena forman parte de la colección del Centro Oceanográfico de Vigo.

Bien, no nos desviemos del tema. Para conocer el estado de una población de ballenas es importante conocer la edad de los animales que la componen, así que ¿Cómo lo hacemos en este caso?

A primera vista, y en función de su tamaño, no resulta difícil distinguir los individuos jóvenes de los adultos, pero si lo que queremos es ajustar la edad de cada individuo el asunto se complica.

Durante el siglo pasado hubo diferentes intentos para estudiar el crecimiento de las ballenas: Se trató de relacionar la edad con las distribuciones de talla, con el grado de cicatrización de heridas en la piel, el cambio en el color y opacidad del cristalino e incluso con las rugosidades que aparecen en las barbas. Pero todos estos intentos presentaron inconvenientes difíciles de solucionar.

Se acabó considerando que el mejor sistema para dar edad a estos animales tendría que poder identificar y cuantificar las capas que se forman cada año en tejidos duros. Ahora se trataba de buscar donde…

…y la encontraron, se trataba de una estructura ósea donde se hospedan partes del oído medio e interno: la bulla timpánica. Se comenzaba seccionando cada bulla por la parte más gruesa y después, para diferenciar mejor cada banda de crecimiento, las secciones se sumergían en ácido fórmico. Esta estructura podría resultar útil, pero seccionarla resultaba complicado y los incrementos no siempre eran fáciles de identificar.

Sorprendentemente, el mejor método para localizar los incrementos relacionados con el crecimiento apareció analizando las capas de cera que se depositan en el conducto auditivo de la ballena. Si, habéis leído bien: los tapones de cera de los oídos de las ballenas nos permiten conocer su edad ¡Increíble!

En el caso de las ballenas el conducto auditivo no se abre al exterior y por eso va formando un tapón en forma de cono a lo largo de su vida. En estos conos aparecen unas bandas de color claro (depósitos de verano) y otras de un color más oscuro (depósitos de invierno) ¿Esto no os suena familiar?

Aunque el mecanismo no está del todo claro, la diferencia entre una banda de verano y una de invierno se debe a varios factores: la cantidad de alimento disponible, la temperatura, los niveles de hormonas…

Conseguir extraer estos tapones de cera completos no es tarea fácil y requiere un personal experto. Los más fáciles de extraer son los de ballenas de edades intermedias. Si se trata de individuos jóvenes la cera es demasiado blanda, lo que dificulta el conseguir el cono entero. Y si son viejos el problema está en que el cono es más largo, aumentando la probabilidad de que rompa. Una vez que con maestría se consiguen extraen estos tapones, se sumergen en formol para conservarlos y que se endurezcan y así poder cortarlos (y leerlos) mejor.

Además de cera, los tapones están compuestos por ácidos grasos y proteínas. A las grasas presentes se fijan contaminantes que provienen del medio en el que viven y también sustancias que produce el propio animal, como el cortisol (que es una hormona que el animal libera en periodos de estrés). Por eso, los tapones de cera nos permiten no solo conocer la edad, sino también reconstruir los niveles de estrés y contaminantes a los que estuvo sometida la ballena durante su ciclo de vida. Interesante, ¿verdad?

Si queréis saber más:

Trumble S. J., Norman S. A., Crain D. D., Mansouri F., Winfield Z. C., Sabin R., Potter Ch. W., Gabriele C. M. and Usenko S. Baleen whale cortisol levels reveal a physiological response to 20th century whaling. (2018)9:4587 | DOI: 10.1038/s41467-018-07044-w | www.nature.com/naturecommunications

Y también os quiero recomendar la visita a un museo muy interesante, el Museo Massó. Si os acercáis por Bueu (Pontevedra), no dejéis de visitarlo. http://museomasso.blogspot.com

¡Hasta la próxima entrada marina!

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *