ATG CTT AAG y esta mala leche que tengo por las mañanas

¡Hola carbonian@s!

Esta semana mi amiga @maria_sainza me ha prestado un libro. Es algo habitual. Vivimos en un trasiego de libros, recomendaciones e intercambios que nos mantiene alerta de las novedades. Calma nuestra sed de palabras exactas. Somos devoradoras de libros. Adictas a la lectura. Hola, me llamo Montse y no puedo dejar de leer. Ni en cien vidas que viviéramos podríamos asimilar todo lo legible. Y cuando digo legible, me refiero solo a lo que merece la pena leer. Lo que está bien escrito, los libros de esos escritores que dominan el lenguaje, esos que utilizan las palabras con la precisión de un TEDAX. Los que con su primera frase te devuelven la sensación de zambullirse de cabeza en una piscina. Esa idea mojándote el pelo, el cerebro. Hasta que tu cuerpo se sumerge por completo.

Frases como “La primera vez que papá murió todos pensamos que estaba fingiendo” que encontrareis en Malaherba de Manuel Jabois. Y ¡Zas! estás perdido… I remember when I lost my mind  (Crazy, Gnarls Barkley).

A lo que iba, el libro es Catedrales de Claudia Piñeiro. Acabo de empezar a leerlo y creo que aguantaré la respiración hasta el final. Obsesionada. En algún sitio leí que las obsesiones son como pensamientos rumiantes. Idénticos pero diferentes a los del libro anterior. Una autopista al infierno que diría AC/DC.

¿Y bien?

¿Qué? Sí, perdón. Me centro. Lo que me ronda hoy es el comportamiento. En concreto, la genética conductual o del comportamiento. Y os preguntaréis que qué tiene que ver esto con el rollo que os acabo de soltar. Pues dos cosas.

La primera es que Catedrales es una novela negra. Según El País, está entre las mejores del 2020. La anterior que he leído de ese género es La Nena, última entrega de una trilogía del genio escondido detrás de Carmen Mola. Juntas en mi cerebro activaron, por enésima vez, mi curiosidad por los comportamientos. Sobre todo los de los malos. ¿Están relacionados con los genes?

Parece que algunos sí. Por ejemplo, determinadas mutaciones en el gen que codifica para la monoamino-oxidasa de tipo A (MAOA) están relacionadas con comportamientos violentos,  depresión y psicopatías. Pero ojo, que no es una relación directa. Como seguro estáis pensando, no podemos obviar la influencia del ambiente en la expresión de los genotipos. Menos mal, porque ya me imagino a la unidad de PreCrimen de Minority Report (Spielberg, 2002) utilizando, además de BigData, nuestro genotipo para detenernos antes de que cometamos un crimen. Aunque si el que te detiene es Tom Cruise, ni tan mal, ¿no? Al menos hasta que saque el folleto de la cienciología…

Leed, malditos

La segunda está relacionada con mi recién confesada adicción a la lectura. La han heredado, al menos, dos tercios de mis hijas. Si tuviese que apostar, lo haría por definirla como un carácter cuantitativo (QTL). En genética hablamos de QTLs cuando nos referimos a aquellos caracteres determinados por varios genes o poligénicos y que presentan un rango continuo de fenotipos (lo observable, la expresión del genotipo en un determinado ambiente). Como me pica la curiosidad, busco en Google “adicciones + caracteres cuantitativos” y me devuelve, entre otros, este trabajo en el que hablan de ello. No trata de adictos a leer, pero sí de QTLs relacionados con las adicciones ¡Bingo!

¿Podemos escapar de los genes?

Aquí dos generaciones. Servidora en bañador. Se notan los genes maternos, no?

Lo explica muy bien Moreno Muñoz (1995) desde un punto de vista filosófico. Por mi parte, como un Pepito Grillo de la genética, os recuerdo que la expresión de los genes está influenciada no solo por el ambiente, sino por el resto de genes del individuo (genotipo). Por eso, cuando queremos determinar qué porcentaje de un carácter es heredable calculamos la heredabilidad. Y no, no significa que vayas a quedarte la casa de tu abuela cuando no esté porque eres la más parecida a ella. La heredabilidad es la proporción de la variación fenotípica en una población atribuible a la variación genotípica. Pero lo importante es que, tengas los genes que tengas, no tienes por qué acabar revolcada en el arroyo inmundo de la vida galante (Como agua para chocolate, 1989).

Estas cosas me recuerdan a otra peli, Gattaca (Niccol, 1997). En Gattaca están los válidos o individuos mejorados genéticamente y los demás o no válidos (imaginación desbordante, sí señor). No os destripo nada, pero da que pensar. El eslogan de la peli es “No hay gen para el espíritu humano”. Se podría interpretar de varias maneras, pero mi favorita es que nuestros genes por sí solos no determinan como somos.

Y una vez más, me acerco al final, me releo, y cualquier parecido con la idea original es pura coincidencia. Empecé hablando de genética del comportamiento y termino con mejora genética. Totalmente Crazy (Aerosmith, 1994). Sorry! ¿Será genético? No, no, no, no… que vuelvo a empezar 😉

¡Hasta la próxima!

#SinCienciaNoHayFuturo

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